




Que envidia sentí, al ver las restauradoras en el altar Mayor, realizando la restauración de los frescos de la cúpula, y pensé que sería un sueño, el poder trabajar allí, pero un año después, la suerte me ha sonreido de nuevo, y allí estoy, con el grupo de resturadoras que conocí hace un año, trabajando con ellas en lo que más me gusta.
Algunas amigas piensan que soy un poco fantasiosa, pero es bueno ver siempre el lado positivo de las cosas y soñar, soñar mucho, porque nunca sabes cuado el cuento se puede hacer realidad.